¿La luz azul es mala para los ojos, provoca ceguera?

Se ha escrito mucho sobre el daño que puede causar la luz azul sobre la retina y en muchos casos estos estudios carecen de rigor científico, pero acaban calando en la población.

Ya en el año 2017 en un artículo escrito por la Dra. Celia Vimont y revisado por el Dr. Rahul Khurana (portavoz de la Academia Americana de Oftalmología) que se titulaba ¿Debe preocuparnos el uso de la luz azul? estos autores comentaban: “las molestias que algunos experimentan después de estar mirando demasiado tiempo las pantallas se deben probablemente al cansancio ocular digital. Casi todos parpadeamos menos cuando estamos viendo pantallas, produciéndose cansancio y sequedad ocular”.

Aunque es frecuente que la luz azul se asocie con las pantallas tanto de ordenadores como de móviles, la mayor fuente de luz azul es la solar.

Otras fuentes de luz azul incluyen las lámparas de luz fluorescente y las lámparas LED. La exposición a la luz azul que provocan las pantallas de visualización es mucho menor que la cantidad de luz azul que proviene del sol a la que estamos expuestos de manera natural. Además, esta luz azul que proviene de las pantallas no es más dañina que la luz azul solar.

Por lo tanto, todos estos mensajes alarmistas sobre el posible daño que la exposición a la luz azul provoca en la retina no dejan de ser más que comentarios sin base científica y que, por consiguiente, no deben ser tomados como recomendaciones reales.

La Sociedad Española de Oftalmología (SEO) en su página web nos habla sobre este tema y la conclusión final es que la luz azul proviene del uso cotidiano de pantallas no es perjudicial para la retina.

El uso excesivo de pantallas sí que puede producir enfermedad de ojo seco, blefaritis, astenopia, cansancio ocular etc. Para evitar o mitigar estas secuelas del uso extensivo que hacemos de las pantallas de visualización los oftalmólogos recomendamos el aplicar tanto para el trabajo como para el ocio con este tipo de dispositivos el uso de la regla 20-20-20 que consiste en que cada 20 minutos de uso de pantallas, descansemos mirando durante 20 segundos a una distancia de 20 pies (6 metros) con lo cual se relaja la acomodación y la convergencia, mitigándose en parte estos síntomas, que son producidos por la falta de parpadeo y no por el efecto dañino de la luz azul.

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